- Che te estoy hablando...

- ¿Qué? Aah... perdón, estaba distraído.

- Sí ya me di cuenta, ¿qué te pasa?

- Nada.

- ¿Y esa sonrisa a que se debe?

- Bueno, te cuento... pero jurame que no te vas a enojar.

- Dale nabo.

- Estoy enamorado.

- Jajajajajajajajaja! ¡Qué idiota!

- No, es en serio.

- ¿Ah si? ¿y de quién?

- De la vida. Jajaja!

- Jajajaja! Dale... ¿En que andás?

- ¿Viste esa chica que te hablé? Bueno, por fin se dió...

- ¡Ah bien! ¿Y por qué me habría de enojar?

- Es que no te dije que esa chica es pariente tuyo.

- Ya me imaginaba.

- ¿En serio?

- Sos muy obvio, no sabés mentir ni en el truco.

- A veces me confundo las señas...

- ¡No las sabés!

- ¡Sí que las sé!

- ¡No, si el otro día me dijiste que tenías un dos y al final era un 10 de basto!

- No era un dos... era un beso, y no era para vos.

- ¡Ah, entonces perdimos por tu culpa nabo!

- A ellos le tocaban todas las cartas, ¿qué culpa tengo yo?

- ¡Dejate de joder! ¡Me metí 33 de envido en el orto porque no cantaste!

- ¿Viste? ¡Te dije que te ibas a enojar!



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